PERO FALTA ALGO, además de Bartolomé Macías: tanto
Tratándose de lo que se trata, es más que una probabilidad que la primer garroteada haya sido con orientación barranca abajo y la segunda para detenerlos y mandarlos otra vez para arriba. A todo esto, cuando está dando comienzo una masacre, los diarios de la tarde estaban conectados por teléfono con sus hombres en la cancha respectiva y en la redacción, con el eterno pucho ladeado, con la oreja derecha apretando el auricular contra el hombre respectivo, el escribidor de turno metía las grageas que iban dando forma lo mejor posible a una crónica lo menos cualunque posible. Esto fue lo que alcanzó a meter
LUTO SOBRE
Comenta Enzo Ardigó
tiene un remate del más neto cuño futbolero, de la mejor alcurnia de tratar a la pelota como si fuera una dama, más de un hombre que se adelantó a la época porque también fue cronista de espectáculos y crítico de cine: “Y llegóse así al triunfo del local, limpio y merecido. Lo que no obsta para que digamos que en la perfección de los guarismos que lo acreditaron, gravitó asimismo la inexplicable reticencia de Macías para cobrar dentro del área de River penales que todos vimos menos él…”
¡Tomá mate! Dos fueron los que se deglutió, si se quiere exactitud. Grandes como ranchos y hasta con campanitas. Es imposible la ubicuidad en la grafía para narrar los hechos, por eso hay que hacer altos y jerarquizar, reordenar de otro modo y ya se va a volver a la relación arbitraje de Macías-masacre. Primero lo que dijo el cotidiano católico El Pueblo, que no salía los lunes, el mismo martes 4 de julio, dedicó su contratapa habitualmente dedicada al deporte con lo que sigue, bajo el título EL FUTBOL DEL DOMINGO: “Es lamentable e inexcusable en los actuales momentos la postergación de árbitros muy señalados, que por dignidad deportiva muy poco frecuente en el ambiente han denunciado, ante la ingrata evidencia de ser suplencia por elementos noveles sin gran noción del reglamento y de discutida y manoseada autoridad, que traerán (y ojala nos engañemos), con sus desaciertos, horas sombrías para el fútbol porteño. El sistema del sorteo, si bien ha conformado a los suspicaces y malintencionados, no vemos en la presente qué beneficios ha reportado a la práctica del deporte, ya que los malos arbitrajes están como siempre a la orden del día.”
Todavía un parrafito más del epitafio por elevación:
“El mal que aqueja a nuestro popular deporte, a juzgar por lo demostrado, no estriba tanto en la parcialidad de los jueces, como en la evidente falta de competencia de los mismos.”
Se venía, se venía…